Pablo González, Managing Partner de People Excellence

Tras varios años de matrimonio, mucha gente se cuestiona si mantiene el mismo amor que sentía en el momento en que decidió pasar el resto de su vida con otra persona.

Y la gran mayoría de las respuestas pasa por una frase del tipo “le sigo queriendo mucho, pero la pasión ya no es la misma”. Esto implica que el cariño, la dedicación y el sacrificio se mantienen, pero la admiración, la atracción y el deseo han bajado su protagonismo en la pareja. Se confirman las tres etapas secuenciales de las que hablaban Stendhal, Barthes y Cartland hace ya varios años: pasión – ternura – tedio.

Hace poco, confirmé estas reflexiones cuando leí el libro de “El amor dura tres años” de Frédéric Beigbeder. Los mensajes clave eran:

  •  “El amor dura tres años, y nadie nos avisa con anterioridad”,
  •  “Al principio todo es hermoso y soleado”,
  • “Químicamente el amor desaparece, fruto de la bajada de dopamina, noradrenalina, prolactina y oxitocina”,
  • “Levantamos muros para proteger nuestro amor, pero esos mismos muros algún día serán nuestra cárcel”.

 

Uno se pregunta por qué pasa esto tan a menudo, y las posibles causas son asuntos relacionados con el cambio de prioridades (superados por los hijos, la casa, el trabajo,…), la falta de sorpresas (nos conocemos demasiado…), la rutina en la relación (nos aburrimos por repetición…), … y sobre todo por no afrontar nuevos retos en la pareja que nos aporten nuevas perspectivas de la relación, y nos permitan descubrir nuevos aspectos por los que valorar y ser atraídos por el otro.

Esta falta de nuevos retos nos lleva al divorcio directamente. Aproximadamente el 66% de los divorcios se producen en los 4 primeros años del matrimonio, y la principal causa identificada es lo tedioso de la relación.

Y cuando el divorcio no es directo, muchas parejas se mantienen “por la inercia”, sin el compromiso necesario para que la llama del amor siga dando calor, y pasa el tiempo y la entrega se convierte en intriga, por conocer otra nueva pareja que despierte nuevamente la pasión, y así se nos va la pareja…, y así se nos van los profesionales de las organizaciones…

La realidad es que en las empresas nos pasa algo muy similar. Cuando nos incorporamos a una organización los tres primeros años se viven con una pasión extraordinaria: se afrontan los nuevos retos y responsabilidades, se descubren la nueva cultura y comportamientos asociados, se conocen nuevos profesionales, etc.

Pero pasados tres años, la pasión y el deseo, al igual que en los matrimonios, desciende de manera acelerada. Uno ya no se ilusiona con los mismos objetivos que el año pasado, ya no se emociona con las mismas reuniones que el trimestre pasado, y las funciones y responsabilidades se nos empiezan a hacer tediosas.

Es por ello que en el entorno empresarial, la transformación facilitada desde RRHH, se convierte en una prioridad si queremos mantener los niveles de pasión y sorpresa. Para dicha transformación existen varias alternativas en una organización:

  1. Movilidad geográfica: emigrar a otras ciudades o países, conociendo nuevas culturas y formas de hacer las cosas,
  2. Movilidad transversal: incorporarse a otros departamentos, desarrollando nuestra visión global de la organización,
  3. Movilidad vertical (promoción): dirigir personas, convirtiéndonos en contribuidores exponenciales en la organización, gracias al liderazgo y desarrollo de los que conforman nuestro equipo,
  4. Nuevos retos en la misma posición: abordar nuevas iniciativas (reinventarse), ya sea para ganar en términos de crecimiento “viva el numerador” o para ganar en términos de eficiencia “viva el denominador”.

Y si nada de lo anterior es posible, o no nos interesa la parte pasional en el trabajo, la recomendación es buscar el amor basado en el compromiso y la dedicación, que requieren:

  • el alineamiento con la estrategia y modelo de negocio,
  • el disfrute de la cultura y manera de actuar de los profesionales,
  • el mantenimiento de nuestras funciones pero buscando la mejora permanente del desempeño,
  • y la flexibilidad y adaptación a los cambios del entorno.

Y en caso de que este amor de compromiso y dedicación tampoco se mantenga, deberemos cuestionarnos un divorcio empresarial, asumiendo las posibles implicaciones económicas, afrontando lo desconocido y tolerando la posible inseguridad, pero ambicionando una nueva relación profesional.

En cualquier caso, mi recomendación es intentar mantener la pasión a través de la transformación…¡¡ la admiración, la atracción, y el deseo, generan unos niveles de satisfacción y felicidad insuperables!!.

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