Economía Colaborativa, ¿el mercado de trabajo 3.0?

Economía Colaborativa, ¿el mercado de trabajo 3.0?

Por todos es conocido que en los últimos años han comenzado a desarrollarse modelos de negocio sorprendentes e innovadores que están teniendo un éxito demoledor en la sociedad globalizada. Es el “boom” de la economía colaborativa, todas esas herramientas que pueden facilitarnos la vida, tanto si actuamos como oferentes o como demandantes. Nos referimos a los Airbnb, Uber, BlaBlaCar, Dogbuddy, Triip, Wallapop, etc. compañías que han revolucionado nuestra vida y que nos permiten abaratar y simplificar procesos y necesidades tan comunes como transporte, alojamiento o visitar una ciudad de Europa con un guía local.

Reinventando el modelo de oficina

Por Alfredo Galán, Senior Consultant en People Excellence

Alfredo Galán
En los últimos años muchas de las principales organizaciones de todo el mundo han venido realizando operaciones inmobiliarias de gran envergadura, que han tenido como principal finalidad, la agrupación y centralización de la mayoría de las dependencias y áreas de la organización en una única sede o espacio de trabajo. Estas áreas unificadas suelen ser generalmente aquellas de carácter corporativo que dan soporte a centros de producción o de servicios.

En España, esta serie de unificaciones se han dado también en toda clase de organizaciones, desde las que cotizan en el Ibex 35 y mercado continuo, hasta en algunas Pymes y organizaciones del sector público. Santander, Telefónica, Repsol, la CMT y ahora BBVA y CEPSA, son como todos sabéis, algunos ejemplos de ello.

Aunque desde la óptica más purista y organizativa se perciba el ahorro de costes como la principal ventaja o motivación de la unificación de espacios y personas, esta clase de movimientos van mucho más allá.

Ya no se trata únicamente de que las personas trabajen juntas o de generar espacios de trabajo abiertos y modulables que permitan una mayor y mejor comunicación, una mayor capacidad para pensar y trabajar juntos y menos oportunidades para la jerarquía y los “despachos cerrados”. Ahora se trata de que las personas trabajen juntas y “a gusto”. Se trata de generar ambientes de trabajo agradables, sanos y motivadores. Al más puro estilo Apple o Google.

Y aquí es donde nace el concepto de “oficina cool”. Una oficina atractiva y espaciosa, decorada de forma alineada a las actividades de negocio, e incluso con un aroma especial. Dotada de las más avanzadas comunicaciones y dotaciones informáticas. Un lugar en la que donde los empleados cuentan con amplios espacios para trabajar de forma individual y colectiva, donde la comunicación fluye y no existen ni despachos, y ni tan siquiera, salas cerradas de trabajo.

La orientación al cliente: un hábito más que un deber

Por Alfredo Galán, senior consultant en People Excellence

¿Cuántas veces nos hemos sentido ignorados en un restaurante? ¿Y cuántas nos llaman desde un operador de telecomunicaciones con ofertas poco ajustadas a nuestras necesidades? ¿Y que decir del retraso en los pedidos que realizamos por Internet? Todos nos hemos sentido alguna vez “mal” tratados como clientes, y en muchas ocasiones, decidimos no volver a acudir a ese restaurante, no contratar a ese operador tan “pesado”, o no volver a comprar en esa tienda on-line. Lo cual tiene un elevado coste para una organización, tanto directo, como indirecto.

¿Y por qué ocurre todo esto? La cantidad de causas puede ser extensa: procesos productivos orientados a la eficiencia y no al cliente, productos poco competitivos, oferta de servicios poco adecuada al mercado, personal poco motivado o capacitado, bajo conocimiento de las necesidades del cliente, etc. La suma de todos estos factores finalmente desemboca en un claro desalineamiento entre lo que desea el cliente y lo que es capaz de ofertar la organización en cuestión.

¿Y si nos ponemos las pilas?

Recomendaciones que nos van a permitir encontrar nuevas motivaciones y espacios de felicidad en nuestro día a día

Por Alfredo Galán Martínez, Senior Concultant de People Excellence

Alfredo GalánNos encontramos en una situación económica y social ciertamente incómoda, de la cual ni nuestros políticos ni nuestros gobernantes, ni organizaciones supranacionales, van a poder sacarnos fácilmente. Hemos perdido el tren de la competitividad con nuestros homónimos de la UE, e incluso países bastante menos industrializados que nosotros hace cinco años, empiezan a acecharnos. Sólo nos queda confiar en nosotros mismos y avanzar hacia adelante. Dejarnos de excusas y pensar en nuestro entorno, nuestro futuro y en la imperiosa necesidad de mejorar día a día para que entre todos, salgamos de esta situación. Quizá suene muy propagandístico y visceral, pero es la única forma de conseguirlo.

Y bien, ¿cuál ha de ser nuestro objetivo como país? Los expertos señalan que una economía más abierta, orientada a la innovación y la creación de valor diferencial es la clave para potenciar nuestra competitividad. Potenciar la investigación, el emprendimiento y orientarnos a nuevos sectores son las recetas principales para lograrlo, sin olvidar, por supuesto, una mejora de nuestra productividad y forma de trabajar, quizá algo alejada de esa filosofía de esfuerzo común y trabajo en equipo existente en países líderes como EEUU, Alemania o las economías nórdicas. Y para ello, es necesario un cambio cultural que desde luego, no va a ser impulsado por nuestros políticos. Hemos de impulsarlo entre todos nosotros.

People Excellence refuerza su equipo en Madrid para seguir impulsando su crecimiento

Las nuevas incorporaciones responden al crecimiento de la consultora, 28% en el primer semestre del año Madrid, julio 2013. People Excellence, consultora en Recursos Humanos, refuerza su equipo en Madrid con la incorporación de cinco profesionales: Gonzalo Valdés, Partner, Luis Goyanes, director, Begoña Rodríguez, manager, Javier Letona, manager, y Alfredo Galán, senior consultant. Además, anuncia

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¿Cómo mejorar la productividad de nuestros profesionales?

Por Alfredo Galán, Senior Consultant de People Excellence

Alfredo GalánSegún datos de la OCDE, los españoles estuvimos una media de 1.690 horas al año en nuestro puesto de trabajo durante 2011, mientras que por ejemplo, los trabajadores alemanes pasaron 1.413 horas, y los suecos 1.644. Comparando estos datos con el valor del PIB y los datos sobre competitividad elaborados anualmente por el World Economic Forum, llegamos a las siguientes y evidentes conclusiones: (1) nuestra productividad es baja comparada con la de las economías de nuestro entorno, y (2) obviamente, tenemos que hacer algo para potenciarla.
El debate sobre la falta de productividad y competitividad de los trabajadores españoles puede observarse desde dos ópticas bien diferenciadas. La primera, de claro componente macro, se centra tanto en las características de un mercado laboral “dual” y poco flexible, como en la propia estructura productiva de nuestro país, focalizada en sectores de baja productividad como la construcción o el turismo. Los expertos sugieren medidas como por ejemplo, fijar salarios en base a la productividad y no en base a la cantidad de horas trabajadas, potenciando de esta forma un mayor rendimiento en los trabajadores.
Pero hagamos foco ahora desde una óptica mucho más micro. Si lanzamos una mirada al interior de las organizaciones y analizamos tanto su cultura organizativa como sus modelos de gestión, los expertos en RRHH creemos que es perfectamente posible incrementar la productividad mejorando los sistemas de gestión y promoviendo culturas organizativas orientadas al alto rendimiento.