Por Begoña Rodríguez, Manager en People Excellence
En los últimos tiempos, son muchas las compañías y participantes interesados por el tema de la productividad personal como pieza clave para poner orden al conjunto de actividades que manejan en el día a día, cuál malabaristas del Circo del Sol, intentando que ninguna bola caiga al suelo. Atrás quedaron los tiempos donde la “gestión del tiempo” se convertía en la herramienta más poderosa para combatir los innumerables “ladrones del tiempo” que, muy a pesar de algunos, nunca desaparecían, simplemente se amortiguaban, aunque nos enfrentaban al espejismo de creer realmente que se desvanecían de nuestro entorno profesional.
Hoy por hoy, más de un 70% de participantes que acuden a un entrenamiento en productividad personal, aún lo hacen esperanzados en su mayoría, buscando soluciones ya construidas, más que intentando localizar métodos o modelos útiles para construir ellos mismos sus propias soluciones en función de la idiosincrasia de su puesto de trabajo o la naturaleza de las actividades que realizan o gestionan. Y no se dan cuenta de que no existen “recetas universales” y que tampoco la percepción del tiempo es homogénea, pues cada uno tiene su propia sensación y claramente su propio y diferente esquema de organización personal, y seguro que todos muy válidos.