La toma de decisiones es, sin duda, una de las competencias más valoradas entre los directivos y profesionales con cierta responsabilidad; pero es, además, una constante en nuestras vidas profesionales y personales desde que tenemos uso de razón.

Esta competencia consiste en elegir una opción entre las disponibles, a efectos de resolver un problema o situación, actual o potencial. Así parece hasta sencillo ¿no? Aunque todos sabemos que no lo es.

Os describo algunos obstáculos de las decisiones y la forma de gestionarlos, para no entrar en pánico a la hora de decidir, y más importante, para disfrutar del enriquecedor camino de tomar decisiones.

Toma de decisiones

  1. La toma de decisiones y nuestros enemigos los “ysis”:

Obstáculo: Uno de los motivos por los que nos cuesta tomar decisiones es lo que yo llamo nuestros enemigos los “ysis” del pasado: “y si me hubiera quedado en Sevilla”, “y si no hubiera realizado ese proyecto”, “y si hubiera estudiado periodismo”,  “y si”, “y si”, “y si”…

Todos tenemos nuestros “ysis” particulares, que aparecen en nuestras vidas para amargarnos la existencia en mayor o menor medida. Todos hemos tomado decisiones en el pasado en las que al elegir una opción, descartamos otras que se quedan en un camino sin final y a las que a veces volvemos lamentándonos, alegrándonos o simplemente preguntándonos cómo habría sido.

¿Cómo gestionarlo? Debemos olvidar los “ysis” o al menos darles la justa importancia que tienen. ¿Por qué? por una sencilla razón, porque nunca lo sabremos. Recuerdo que de pequeña me encantaban aquellos cuentos infantiles que tenían distintos finales que ibas decidiendo tú: “si quieres que el caballero se enfrente con el dragón pasa a la página 18, si quieres que vaya al castillo a rescatar a la princesa salta a la página 21”. Lo bueno de estos libros es que acababas leyéndote cada noche un final y así elegías cuál era tu favorito.

En la vida real eso no pasa (al menos por ahora, que nunca se sabe con la rapidez de la realidad aumentada); por tanto, hay que decidir con paso firme y una vez decidido no darle muchas vueltas a los “ysis”, porque en la vida real no podemos volver a la página 18 para ver si hubiera sido mejor esa opción.

Al final, todo está en ti mismo y en cómo te tomes las cosas. El truco está en hacer correctas tus decisiones. Eres tú el dueño de tu vida, y por tanto, el árbitro y jurado de tus propias decisiones. ¿Quién decide si son correctas o no? Tú mismo. No te tortures porque seguro has elegido bien, y si no es así, desde luego nadie podrá contarte lo contrario.

 

  1. La toma de decisiones o la vida por Descartes:

Obstáculo: Otro de los grandes obstáculos, de la vida en general y la toma de decisiones en particular, es el miedo. Como nos da miedo tomar decisiones importantes, en muchas ocasiones, lo que hacemos es simplemente no tomarlas, evitarlas, postergarlas, dejarlas pasar.

En esas ocasiones en que no tomamos decisiones y, por tanto, dejamos las decisiones depender de algo externo se produce lo que yo llamo “la vida por Descartes”. Os lo cuento con una sencilla anécdota real:

Un día que estaba tomando café, escuché cómo una chica abogada se quejaba a otra de su trabajo, no le gustaba lo que hacía, ninguna de sus tareas. Su compañera de departamento le preguntó:

– Y ¿por qué estudiaste Derecho?

– No sé, descarte, no me gustaban las ciencias; y de letras, filosofía e historia no tenían salida, periodismo no me gustaba. Elegí Derecho como mal menor.

– Y una vez que acabaste la carrera ¿por qué te especializaste en asesoría jurídica? Derecho tiene otras muchas salidas.

– Supongo que descarte también. El máster de fiscal es aún peor ¿yo calculando IVAS e IRPFS? Déjate.

– Bueno y ¿por qué aplicaste a esta empresa?

– Vaya, pues supongo que nuevamente por descarte ante las demás.

Las dos se miraron, se rieron y salieron de la zona del café a seguir cada una con sus tareas. La chica en cuestión, con aquellas que odiaba, aquellas que detestaba, aquellas que fueron elegidas por Descartes.

¿Cómo gestionarlo? Debemos tener presente que la peor decisión es la indecisión, porque sin darnos cuenta ya es una decisión en sí misma. La decisión se tomará queramos o no: la tomarán por nosotros otras personas, la tomarán las circunstancias o la tomará la simple inercia, pero se tomará. Por tanto, tomemos nosotros las riendas de nuestra vida, que para algo es nuestra y no le pertenece a  los demás, ni a las circunstancias, ni a la inercia, ni mucho menos a ese tal Descartes ¿no? Que por muy filósofo que sea no va a decidir nuestro futuro.

 

  1. La toma de decisiones y el efecto mariposa:

Obstáculo: Dicen que el simple aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo. Este es un proverbio chino, basado en la teoría del caos, que expone que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo de tiempo.

Extrapolado esto a la vida cotidiana y en concreto a la toma de decisiones, podemos decir que nuestras decisiones no solo causan consecuencias en nuestras vidas, sino que a veces salpican de rebote a otras personas. Una pequeña de nuestras decisiones, puede suponer un gran cambio de vida para otros, o viceversa.

Esto, así dicho, puede dar miedo, lo sé.

¿Cómo gestionarlo? En primer lugar, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos esto suele traer consecuencias positivas, no negativas. A lo largo de mi vida, analizando con la perspectiva del tiempo algunos acontecimientos, he llegado a la conclusión de que no hubiera tenido tal o cual oportunidad si antes otra persona, con sus propias circunstancias y sueños, no hubiera tomado sus propias decisiones.

Por tanto, no nos debe dar miedo el efecto mariposa, debemos fluir con él y con lo que las alas de otras mariposas nos traen, ya que casi siempre nos harán volar a lugares y retos que ni imaginábamos en un principio pero que seguro, como mínimo, nos harán crecer.

 

En resumidas cuentas, no hay decisiones acertadas o fallidas, simplemente hay decisiones. Precisamente porque cuando decides tu camino, eliges tu trayectoria, pero nunca puedes llegar a controlar todas las condiciones del vuelo. ¿Qué ocurre si colisionas con otra mariposa o si cerca vuela otro insecto con mucha más fuerza que tú? ¿Qué pasa, si el camino es mucho más largo de los esperado, como le ocurrió a Vasco da Gama o Cristóbal Colón?

La toma de decisiones, no es solo analizar alternativas e iniciar el vuelo, sino también aletear bien fuerte para alcanzar tu destino; pero ahí ya entramos en otras competencias que os iremos contando.

 

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