¿Qué tienen en común una transformación organizacional y una operación bikini?

¿Que al final con las dos acabas pidiendo vacaciones? Bueno, casi…

Ambas implican un cambio de hábitos a los cuales necesitamos comprometernos para alcanzar nuestro objetivo.

Sea cual sea el cambio, hay dos formas para enfrentarlo: FAST y SLOW.

Te contamos las diferencias.

Resultado: En FAST AGILE el cambio ha sido rápido y descontrolado. El equipo está quemado y en el futuro será difícil que quieran volver a intentarlo. Sin embargo, en SLOW AGILE, el cambio ha sido lento y profundo; un cambio de “estilo de vida”. El equipo está contento de los resultados y se convierte en promotor de la agilidad para otros equipos.

No existe una receta milagrosa para el cambio; cada organización tiene que buscar la mejor combinación de herramientas y metodologías para sus objetivos. Pero sí que existen unos patrones y consejos que, al implementarlos, ayudan a que el cambio hacia la agilidad sea duradero:

  • Agile no es sinónimo de rápido. 

El cambio hacia el modelo Agile necesita tiempo, dedicación y compromiso. La velocidad dentro de la agilidad es la manera con la cual se responde al cambio, no el cambio en sí. 

Tip: Cuando empieces a implementar Agile en tu organización, el lenguaje es importante. Por eso te recomendamos empezar por naturalizar las “palabras del cambio”. Por ejemplo, evita decir “seamos ágiles” cuando lo que quieres decir es “rápidos”; asocia las palabras del cambio a palabras que comuniquen emociones positivas; externaliza verbalmente tu apoyo total al equipo.

  • Un cambio rápido y drástico crea un efecto rebote. 

Como con las dietas de tres días, el riesgo es que al acabar retrocedas 4 pasos más de los que habías avanzado. Para que los resultados sean a largo plazo debes dar pasos cortos y firmes para asimilar cada fase del cambio y convertir las nuevas prácticas en hábitos.

Tip: Crea un entorno seguro en el cual el equipo se sienta cómodo en adoptar los nuevos hábitos y donde cometer errores es ocasión de aprendizaje y mejora. No intentes abarcar todo a la vez, empieza por un cambio pequeño sobre una cosa concreta y no implementes uno nuevo hasta que ese esté interiorizado.

  • El empuje al cambio debe venir desde dentro.

Para funcionar, el cambio no puede ser impuesto. Para que tu equipo evolucione a un modelo Agile deben estar involucrados y entender las razones detrás de las acciones para empujar su transformación. 

Tip: La comunicación es clave para que el cambio suceda. Por eso es recomendable abrir un canal de comunicación que permita a los equipos contactar a su Agile Coach cada vez que lo necesiten: un grupo de Whatsapp, un canal de Slack, un equipo agile en Teams,..

  • Una transformación eficaz necesita un plan a medida.

Generar nuevos hábitos no es simple. Además el éxito de un plan de cambio depende de los objetivos, las habilidades y la morfología de cada organización. Un diagnóstico inicial por parte de un profesional puede ayudar a tu organización a definir un plan de transformación a medida. 

Tip: Sea cual sea la opción que elijas, debes tener confianza en los profesionales que te van a asesorar y acompañar en el cambio; gracias a su experiencia te guiarán para que consigas los mejores resultado.

…y ahora, ¡a entrenar! 💪

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