Se nos escapa el talento…¿Qué hacemos por retenerlo?

La huida del talento a otros países y su más que probable dificultad en la repatriación debe ser una preocupación para la competitividad de la empresa Española, tanto a nivel nacional como internacional.
Carlos Palacios, Gerente de People Excellence

La empresa que piense que su preocupación por el talento es secundaria y que ya se ocupará de ella tras la superación del momento de crisis, puede que se acabe encontrando sin este bien tan preciado.

Carlos PalaciosLos datos, fríos pero datos a fin de cunetas, nos deben hacer plantearnos si estamos trabajando tan a corto plazo con nuestros recursos humanos, que no estamos pensando en como vamos a afrontar las necesidades de Talento en nuestras organizaciones a medio y largo plazo; los datos nos hablan de la salida de cincuenta y cinco mil profesionales cualificados este año. La cifra es espeluznante, sólo pudiendo ser mitigada por la idea de que, al ser un salida provocada por la coyuntura actual, esta misma cifra o parecida retornará cuando las circunstancias económicas de nuestro país sean otras más favorables, la duda que nos debe quedar es si esta ecuación no se da, que parará si el talento no regresa.

Debemos recuperar un poco la memoria y acordarnos de la crisis de Talento de mediados de los noventa, cierto es que muy centrada en el sector TIC, pero que se gestiono desde la creación de un mercado casi mercenario de tráfico de profesionales, sólo centrados en cuestiones económicas, fue nuestra propia “burbuja” de Talento, que finalmente trajo a medio plazo una devaluación de los profesionales y realmente dificultades para volver a posiciones anteriores. En estos momentos a lo mejor estamos creando una “burbuja” pero inversa, un “vaciamiento” de Talento desde la percepción negativa (una vez más la negatividad propia de nuestra cultura) de que podemos hacer poco por evitar que se vaya y que seguro que vuelve.

La obligatoriedad del optimismo

Francesc Galvan, Manager de People Excellence

Francesc Galván - Gerente BarcelonaEn la actualidad, tenemos un contexto social, político y laboral muy adverso. Desde hace cinco años, la palabra CRISIS es la que más se escucha por doquier. Cada día vemos ERES, desahucios, cierres de empresas, huelgas, cargas policiales, reducción de salarios y pagas extraordinarias, recortes, reformas, casos de corrupción y otros problemas tanto nacionales como internacionales.

Algunos de ellos nos afectan personalmente y de forma importante. Algún familiar, amigo o conocido está actualmente en el paro, los gastos del colegio no paran de subir, la gasolina es casi un bien de lujo, el cine cuesta ahora una barbaridad y además, nos damos cuenta de que llegamos a fin de mes muy justos por lo que tenemos que hacer cábalas para reducir nuestro tren de vida y seguir haciendo recortes.

Todo ello nos provoca irritabilidad, pesimismo, malestar, insomnio, y un largo etc. Además, aprovechamos para desahogarnos con nuestros compañeros, colegas y amigos los cuales también nos hablan de sus desgracias y al final acabamos todavía más indignados por la situación actual. Es el pez que se muerde la cola, pero que nos tranquiliza ya que no somos los únicos y hay otros peor que nosotros, como los sabios pobres y míseros de Calderón de la Barca.

La obligatoriedad del optimismo

Francesc Galvan, Manager de People Excellence

Francesc Galván - Gerente BarcelonaEn la actualidad, tenemos un contexto social, político y laboral muy adverso. Desde hace cinco años, la palabra CRISIS es la que más se escucha por doquier. Cada día vemos ERES, desahucios, cierres de empresas, huelgas, cargas policiales, reducción de salarios y pagas extraordinarias, recortes, reformas, casos de corrupción y otros problemas tanto nacionales como internacionales.

Algunos de ellos nos afectan personalmente y de forma importante. Algún familiar, amigo o conocido está actualmente en el paro, los gastos del colegio no paran de subir, la gasolina es casi un bien de lujo, el cine cuesta ahora una barbaridad y además, nos damos cuenta de que llegamos a fin de mes muy justos por lo que tenemos que hacer cábalas para reducir nuestro tren de vida y seguir haciendo recortes.

Todo ello nos provoca irritabilidad, pesimismo, malestar, insomnio, y un largo etc. Además, aprovechamos para desahogarnos con nuestros compañeros, colegas y amigos los cuales también nos hablan de sus desgracias y al final acabamos todavía más indignados por la situación actual. Es el pez que se muerde la cola, pero que nos tranquiliza ya que no somos los únicos y hay otros peor que nosotros, como los sabios pobres y míseros de Calderón de la Barca.