¿Tiene fecha de caducidad el modelo organizativo actual de las entidades financieras?

Por Javier Letona, manager de People Excellence

Javier LetonaDurante años, el negocio minorista de un banco ha sido la gallina de los huevos de oro. Durante aquellos maravillosos años, el negocio bancario lo soportaba todo: oficinas de ciencia ficción; expansiones agresivas; concesiones de créditos sin realizar una estimación real de los riesgos de mercado; convenios colectivos sumamente ventajosos frente a otros sectores menos privilegiados; obras sociales sin control; retribuciones más propias de estrellas de Hollywood que de empleados asalariados en España… Todo valía, todo estaba aceptado…

Como excepción, que siempre las hay, había algo no tolerado dentro del sector, algo que resultaba de un gusto que rallaba lo soez, y que era tan simple como ser pesimista sobre el futuro de la economía o sobre el futuro del sector (¿visión pesimista o realista?). Las opiniones de estos pocos agoreros se tildaban  de tristes, sombrías y derrotistas. No es cierto que fuese a existir ningún periodo de recesión  tan acentuado, ni una explosión de la burbuja inmobiliaria, ni por ende una crisis en el sector.

Hacer diagnósticos del pasado es obviamente más sencillo que hacer una previsión a futuro. No es mi intención evaluar el comportamiento de justos y pecadores. Tampoco lo es criticar a quienes prefirieron silenciar opiniones pesimistas – a fin de cuentas retirar el ponche a mitad de una fiesta en la que todo el mundo se lo está pasando bien, es una tarea sumamente complicada -.

Por ello, este artículo únicamente describe la evolución organizativa de las entidades financieras en los últimos años (centrando únicamente el análisis en bancos con negocios tradicionales) e intentará dilucidar algunas tendencias de lo que aún está por venir.