Por Pablo González, Managing Partner en People Excellence
En el año 2001 pudimos disfrutar de una de las películas referentes que han sido oscarizadas de manera intensiva: “Una Mente Maravillosa”. Entre los Oscar entregados estaban los de mejor película, director y guión adaptado.
En ella, el brillante estudiante John Forbes Nash (Russell Crowe) llega a Princeton en 1947 para realizar sus estudios de postgrado, y disfrutando con los compañeros hace una reflexión fundamental: Adam Smith se equivocó. Adam Smith, economista y filósofo escocés, afirmaba que para conseguir el mejor resultado, cada miembro del equipo debe hacer lo mejor para él. Y eso es claramente incompleto, pues además de eso, requiere conseguir lo mejor para el equipo con una visión global.
La verdad es que en la película, la reflexión emana de un intento de competir entre los compañeros para conquistar a una mujer muy atractiva, pero ¿cómo debemos abordar esta situación en una organización también atractiva?
Las organizaciones que apuestan por la consecución de los resultados en los equipos, trabajan por impulsar 7 aspectos clave:
1. Construyen una Visión, “metas a conseguir a futuro”, una Misión “razón de ser” y unos Valores “pautas de comportamiento”, compartidos y alineados, que implican retos y objetivos comunes y que impulsan el orgullo de pertenencia de los integrantes del equipo.
2. Apuestan por la co-creación, espacios en los que no sólo se demanda el trabajo en equipo, sino que además se solicita la construcción de las actuaciones de manera participada y consensuada, que garantizan la responsabilidad y el compromiso.
3. Saben identificar prioridades en las diferentes actividades entre los integrantes del equipo, valorando cuáles de las actuaciones son de obligado cumplimiento “sí o sí”, cuáles son negociables “si lo conseguimos genial, y si no, debe de plantearse alternativa”, y cuáles son deseables “si no lo conseguimos no es prioritario”.
4. Asignan un árbitro, que ejerza su responsabilidad recordando las reglas establecidas y corrigiendo las desviaciones identificadas, tanto en formato constructivo y reconocedor, como con tarjetas asociadas al incumplimiento.
5. Provocan el conocimiento mutuo, compartiendo aspectos relativos a tendencias de personalidad, perfiles de competencias y estilos de actuación, entendiendo que la diversidad y complementariedad es una de las claves del éxito.
6. Impulsan espacios en los que compartir feedback constructivo de manera transparente entre ellos, reconociendo las fortalezas y aportando las áreas de mejora traducidas en comportamientos de futuro esperados.
7. Generan un ambiente de satisfacción, gestionando en positivo las emociones de cada uno de los integrantes, y creando una actitud positiva que les permita evolucionar de la resignación y resentimiento a la aceptación y ambición.
Para conseguir estos aspectos que garantizan a los equipos el éxito en la consecución de los resultados, se abordan proyectos en los que, partiendo de la identificación del grado de implantación de cada uno de ellos en el equipo, posteriormente se apuesta por la construcción de los mismos de manera compartida.
Hoy en día, nadie puede dudar de la importancia del concepto I+D+i en ciencia y tecnología en las organizaciones para poder apostar por la transformación y la diferenciación en el entorno actual, pero debemos ser muy conscientes de que adicionalmente el I+D+i debe aplicarse a cada uno de los equipos y las personas que lo conforman, que contribuye de manera directa a la consecución de los resultados.
Adam Smith, en “La riqueza de las naciones”, afirma que la relación del bienestar social y el crecimiento económico es algo incuestionable, pero en los equipos la división del trabajo y la libre competencia no correlacionan con el éxito en la consecución de los resultados: apostemos por la inversión, el desarrollo y la innovación de los equipos.
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