Asignatura de Filosofía de COU del anterior plan de estudios a la LOGSE en un colegio de la España de los ochenta. Definitivamente nuestro país estaba lanzado a la modernidad. Aquel joven profesor de Filosofía, precursor de reformas educativas y ávido de experimentos, organizó nuestra clase en grupos de trabajo, repartió temas y explicó metodología.

A mi grupo le tocó el mito de la caverna de Platón.

Nos reunimos varias tardes, jugamos al mus y el día anterior a nuestra exposición en clase nos repartimos la tarea. Uno hizo la portada, otro pasó los apuntes del año anterior a máquina y yo fui a la fotocopiadora cercana para hacer las copias correspondientes: tres folios, ¡incluida la portada! Expusimos al resto de la clase el resultado de nuestro trabajo. En el turno de preguntas ningún compañero de clase planteó cuestión alguna. La nota en la evaluación fue un 7 para cada uno de nosotros.

Finalizado el curso y en puertas de la temida Selectividad revisé aquellos folios pero, sobre todo, la portada. Cayó Platón, hablé del mito de la caverna y la nota fue otro 7.

Con sus luces y sus sombras, esta fue mi primera experiencia de trabajo en equipo. Si pudiera pulsar el botón del tiempo y situarme de nuevo en aquel aula de la Facultad de Derecho de la que luego fue mi Universidad, hoy hablaría del mito del trabajo en equipo como una de las sombras que con más nitidez observamos en nuestras cavernas organizativas.

Efectivamente el profesor nos organizó en grupos de trabajo, pero la auténtica experiencia de equipo la construimos nosotros en nuestras partidas de mus. El grupo nos viene dado, el equipo se construye. Los objetivos vienen definidos pero los conseguidos pueden ser otros. Me pregunto si el objetivo grupal se hubiera conseguido sin el logro de los del equipo. Igualmente me pregunto si la tarea fácil fue el mus o el trabajo sobre Platón.

El trabajo grupal fue la suma de las partes y todos obtuvimos el mismo resultado/recompensa. Pero la rendición de cuentas fue individual y la Selectividad no nos deparó a cada miembro del grupo la misma suerte.

Hoy, unos cuantos años después de esta experiencia sigo filosofando sobre los mitos, qué hay de cierto y de irreal en el trabajo en equipo, intentando descubrir en qué contextos y con qué variables es cierto que el grupo es más que la suma de las partes y qué destellos sobre esta realidad proyectan sombras que guían incluso hasta códigos de buenas prácticas. En mi caverna hay una realidad: el trabajo individual previo y posterior es la base para la consecución de objetivos grupales y personales, bien es cierto que esta realidad puede ser sombra, pero a día de hoy es una imagen real.

Una vuelta de tuerca más en la tarea que hicimos en la sombra, me lleva a plantear si el trabajo en grupo se basa en la división de desempeños o es por el contrario esta una fase previa y la realidad grupal emerge en la integración de los desempeños previos. ¿En qué punto exacto aflora el valor añadido o lo que la literatura snob sobre consultoría denomina sinergias?.

Sin querer abusar de la exhibición de mi caverna particular, quisiera por último trazar (ahora que la trazabilidad es un lugar común en muchas cavernas organizativas) una dimensión del trabajo en equipo cual es el beneficio reportado a la organización. Mis compañeros de clase, que no realizaron pregunta alguna como imagen de buenos compañeros que no quieren proyectar sombra de evaluadores, fueron los destinatarios directos de nuestro trabajo en grupo. Me pregunto si la clase de COU C, con otro profesor de Filosofía con método tradicional, obtuvo mejores notas en sus calificaciones. Hubiera sido la prueba del algodón que persiguen (aún a día de hoy) los investigadores con sus grupos experimentales y de control.

Para concluir, quiero ilustrar dos imágenes que son el objeto de mi reflexión final: la portada del trabajo fue el auténtico valor añadido, fue lo que atrajo mi atención (el estímulo) en la preparación de la Selectividad, de forma tal que sin esa portada creo que no hubiera releído los dos folios siguientes. Dónde y cómo localizar los puntos de palanca, para que un equipo de trabajo sea eficaz y eficiente sigue siendo uno de los retos de toda organización. El trabajo sobre Platón se expuso, la Selectividad se superó y el grupo de trabajo fue historia, no así el equipo de mus que trascendió a los objetivos del grupo. Aún hoy seguimos jugando al mus y muchos proyectos se siguen gestando entre cartas. La experiencia de equipo es espontánea, no planificada, querida, compartida y con reglas no escritas. Jugador de chica, perdedor de mus.

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